martes, 21 de abril de 2009

La carta a la sirena

este lo escribi hace tiempo creo yo en 2004, ahi va tambien

Ayer, te perdí, un poco más de lo que te había perdido hace mucho, te escabulliste de nuevo entre mis pensamientos y me hiciste recordar cosas que no había vivido contigo, es como si la historia se repitiera, solo que ahora tengo mas experiencia, y menos cabello, sin embargo, la experiencia de poco ha servido, pues exactamente la misma situación se presentó aunque creo que esta vez no cedí al espacio de mi adversario, y no se si fue un error o un acierto, ¿acaso tu te encuentras tan contrariada como yo?



Defenderte es mi ideal, sin lugar a duda, aunque el precio no siempre es el mejor, y no se hable de un trato, porque regatear el cariño es intolerable, nadie te da amor a medias, ¡oh sì? Como sientes que ha sido mi amor? Completo, entregado, incondicional … o simplemente somos dos personas qué llenamos nuestros ratos libres de caricias y cariño, no puedo esconder la verdad, por qué no solo yo la profeso, así cada uno tenemos nuestros momentos, nuestras penas y nuestras glorias, y cuando estamos juntos abrazamos nuestras carencias hasta convertirlas en afecto, y en medio de ese abrazo caluroso, pasional y a veces tan solitario, te reconozco al fin, te revelas ante mí, limpia de todo, entregada, sofocada entre mis brazos, frágil, tanto que si te tocase con las puntas de mis dedos mientras te arqueas a mi pecho, te quebraría en mil pedazos.



No puedo decirte que eres mi ideal, ni tampoco que eres lo qué siempre soñé, porque el amor no es como, lo imaginamos, el agua en el desierto, nunca sabrá igual que la que he bebido de la fuente día tras día,



Debería revelarte mis secretos, debería de serte infiel, y cobijarme en otra de tus personalidades, hacerle el amor a la otra tu, siendo el mismo yo, y hundirme para siempre así, y nunca recordar a la actual TU, alego a tu justicia mi libertad, y añoro e tu corazón tu protección, no somos los mismos que nos enamoramos, pues hemos aprendido a vivir juntos, no somos igual a cuando comenzamos, por qué la experiencia nos ha dado armas para asesinarnos poco a poco, o para defendernos mutuamente hasta el final. Y al final esto es tan solo un tratado, un acuerdo mutuo que se sella, con un sentimiento, un idilio que se convierte en lo cotidiano y en medio del “sin embargo” se vuelve imposible de violar.



Ya que mas hago para hacerte gala, para prepararte para el final, solo me queda decirte sirena, que eres como jamás te pude imaginar.

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